lunes, 4 de junio de 2018

Reflexión prácticas

A grandes rasgos, mi experiencia en EF solo se puede considerar completamente satisfactoria. Ha sido realmente sorprendente lo que he llegado a aprender en tan solo dos semanas de observación y prácticas en una academia de español, en un contexto real. No quisiera desvalorizar el resto de lo aprendido en las asignaturas del máster, pero sin lugar a dudas, estas dos semanas han sido las más provechosas, didácticas y útiles de todo el máster. Ni punto de comparación.
Por suerte, todo ha ido de maravilla. La gente que trabaja en EF nos acogieron tanto a mí como a mis compañeros con los brazos abiertos y numerosos comentarios para mejorar como profesionales desde el primer momento. Se podía palpar el buen ambiente en la sala de profesores y pienso que eso nos ayudaba a sentirnos cómodos, tanto dentro como fuera del aula.
Quisiera destacar la gran labor llevada a cabo por mi tutor, que se tomaba con calma todas las horas de conversación y reflexión que teníamos tras las sesiones. Además, me ayudó activamente a través de Whatsapp cuando necesitaba preguntarle alguna duda sobre cualquier aspecto de las clases.
He echado un vistazo a mi reflexión inicial antes de acudir a las prácticas y quisiera realizar esta reflexión incluyendo algunas comparaciones. Por suerte, tal y como esperaba, no estuve nervioso en ningún momento de las clases. Sinceramente, mi expectativa inicial era comenzar dando clases desde el primer día de prácticas. Esto no pudo ser así y, en cierto modo, creo que fue algo positivo, pues así me pude acomodar al grupo y empezar a conocerlo. No obstante, hubiera preferido participar activamente en más clases de las que lo hice, pues las observaciones, desde mi punto de vista, fueron de demasiados días. He de decir que mi tutor me ofreció dar una clase más, pero ese día terminamos muy tarde con el feedback y por falta de tiempo, al ser la clase del día siguiente por la mañana, no se pudo hacer.
Ya que he comenzado nombrando algunos de los aspectos positivos, seguiré por este camino. Tras el visionado de mis propias clases, opino que realmente pude conectar con los alumnos, sentirme cómodo con ellos y transmitirles mis conocimientos a la perfección. Siento que ellos tuvieron la misma sensación con respecto a mí y esto creó un ambiente relajado, donde la comunicación se producía de forma más o menos espontánea. No dudaban en preguntar dudas en alto, interactuar entre ellos o conmigo y gastar alguna que otra broma. Pienso que la relación fue bastante buena, hasta el punto de que en días posteriores, en los que yo no impartía la clase, los alumnos no vacilaban en preguntarme a mí las dudas directamente si estaba a su lado o si pasaba cerca de ellos.
Sin embargo, también he de ser crítico. Hubo ciertos aspectos bastante mejorables, de los que me percato solo al haber terminado la clase y al reflexionar sobre la misma. El primero fue una pequeña falta de previsión, pues a pesar de crear objetivos en el visionado de los vídeos, no se los expuse de antemano a los alumnos, sino, una vez el vídeo había finalizado. Eran preguntas sobre el corto que habían visto y pensé que podrían contestarlas. No obstante, tal y como hablé con el tutor, si les hubiera mostrado las preguntas de forma previa al visionado del vídeo, habrían podido centrarse mejor en ciertos aspectos de la conversación e incluso podrían haber entendido mejor todo el cortometraje.
La actividad de las misiones creo que es una buena idea en general, pero algunas de las que se presentaron resultaban algo difíciles de completar, incluso podían llegar a distraer un poco de la clase en sí. Habría que moldear esta actividad, que, desde mi punto de vista puede animar y motivar a los chavales a participar en clase y a crear una mejor cohesión de grupo.
Tal y como comenté en la reflexión previa a las prácticas, me siento bastante cómodo con mis conocimientos lingüísticos de español. A pesar de ello, durante las observaciones pude comprobar cómo mi tutor explicaba una clase de gramática de una forma realmente clara y concisa para los alumnos. Creo que yo no habría sido capaz de hacerlo tan bien como él hasta que vi qué estrategias utilizaba. Como reflexión personal, debería informarme más sobre cómo transmitir este tipo de información a alumnos de ELE. He de añadir que este momento me condujo a una reflexión sobre el máster, en la que sopesé todo el trabajo que había realizado hasta la fecha, con esos simples 10 minutos de explicación. Sinceramente, lo que pasó por mi cabeza era realmente halagüeño para el resto de las prácticas que me quedaban, pero me hizo comprobar que gran parte de la materia que estudiamos en el máster debería modificarse para que fuera cien por cien útil a la hora de enfrentarse a una clase de ELE. Bien es cierto que hemos recibido clases de gramática, de lingüística, de textos, etc. Pero si pensamos en la aplicación de esas materias a los casos reales de una clase...bueno, mejor no pensarlo más.
Continuando con la materia que nos atañe, después de haber reflexionado sobre mis actuaciones como profesor, opino que en ciertos momentos soy demasiado impulsivo y facilito la respuesta a los alumnos cuando tienen una duda de vocabulario. Gracias a haber observado a mi tutor, he podido percatarme de que es una mejor estrategia no precipitarse y comprobar si alguien en la clase puede ayudar a su compañero antes de dar la respuesta. Incluso en lugar de dar la respuesta directa, podemos guiar al alumno a encontrarla por sí mismo, dependiendo de la situación.
Como siempre es mejor terminar en positivo, añadiré que, tal y como comenté con el tutor, he sabido adaptarme muy bien al nivel del curso y he llevado a cabo un unas explicaciones acompañadas de un lenguaje gestual abundante que facilitaba la comprensión de los alumnos en todo momento. Lo cierto es que la gesticulación me salía de forma natural y siempre acompañaba el lenguaje de mecanismos que ayudaran a los estudiantes a entender todo mejor. Para terminar con una anécdota graciosa, gesticulé tanto que cuando mantenía conversaciones con amigos fuera de clase, me di cuenta de que les estaba hablando despacio y con gestos, como si no entendieran lo que les quería decir.

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